5 de octubre de 2008

El otro día perdí al Texas Hold'Em con una pareja de ases en la mano

Los niños del parque de abajo
hablan con sus manos/dedos/pulgares:
se tocan la cabeza,
se relamen las yemas,
se pellizcan la oreja;
es su forma de expresar el odio.

La obra que se encuentra enfrente
está llena de fantasmas del pasado:
sus ojos hundidos,
su piel arrugada,
sus venas marcadas;
vagan esperando un ángel que los salve.

Y nadie se atreve a acercarse
y explicarles la cruda realidad:
que los ángeles son sólo un sentimiento,
que el odio en realidad no existe (murió con Dios)
y que la única verdad de este mundo
es el plato de lentejas que te espera en casa.