9 de julio de 2011

No me lo cuentes, no quiero saberlo

Avanzan decididos,
controlan el medio,
marcan el ritmo,
dominan el encuentro,
llegan con peligro,
pero no aprovechan sus ocasiones.

Lástima.

La gente sigue botando,
canta, grita, jalea,
continúa el espectáculo,
cada vez más despacio,
cada vez más cuesta arriba,
la primera parte pasa factura.

Las estrellas se apagan,
no hay brillo,
no hay chispa,
acciones controladas
y una prórroga forzada
por miedo a rematar la faena.

Saltas al campo,
eres el revulsivo
en el momento exacto
en el lugar indicado
caída propicia que te lleva
a once metros de mí.

Tu dorsal dice Verlaine,
a mí me tocó ser Rimbaud.

No pararé este penalti.