21 de septiembre de 2008

Acuérdate de la leche que dejaste en el congelador

Demasiado sobrio
me pregunto
si no sería más cómodo
ser más hombre
(algo que nunca llegaré a ser jamás, me temo)
y beber directamente de una botella de bourbon
en lugar de llenarme la mesa
de latas de cerveza vacías,
algo que ocupase menos,
como el lavavajillas concentrado
que vino a reemplazar
esa grandísima botella de mistol
de pinta tan apetitosa.

Demasiado sobrio
me doy cuenta
de que el teclado
deja de escupir poesía,
debilita las palabras,
se olvida del ritmo,
y sólo conoce el control+t
que se encarga de abrir
20 pestañas más en el firefox
para retrasar el acto inevitable
de publicar entrada
y cruzar en semáforo rojo
la calle de la vergüenza.

Demasiado sobrio
salgo a la terraza
y el viento me trae
una de esas pregunas
que quitan el sueño
y que no tienen respuesta:
si Malasaña se llenara de zombis
¿pasarías conmigo la noche?